Playa de Irapa S016
Playa de unos 250 metros en el pueblo de Irapa, aguas tranquilas claras, tibias sin oleaje, arena suave, muchos cocoteros donde tomar sombra, toldos tipo churuatica de alquiler.
Playa de Irapa S016
http://www.youtube.com/watch?v=KlWeV-O0RY8
Soro - Playas desde Irapa hasta Punta de Piedras
Playa de Irapa S016, Playa Las Piedras S014, Playa Punta de Piedras S015, Playa de Soro S013
Soro es una población costera geográficamente ubicada en la margen sur de la Península de Paria del estado Sucre, Venezuela, y su nombre alude a un vocablo castizo que significa río. Hoy en día es una parroquia que incluye tres caseríos: Juan Pedro, La Canela y Las Piedras.
Ubicación geográfica
Su plano geográfico establece que es una comunidad ubicada al sur de la Península de Paria, en el Municipio Mariño del estado Sucre. Limita por el norte con el tramo interno de la Cordillera de la Costa; por el sur, con el Golfo de Paria; por el este, con Punta de Piedras y Güiria; y por el oeste, con el Golfo de Paria e Irapa. Tiene una extensión de 9 kilómetros de costa y una población integral de unos 2500 habitantes. Su temperatura promedio ronda entre 24 y 28 °C. Su relieve corresponde al período terciario formado durante el Plioceno y el Mioceno,2 presentando fallas con desplazamientos verticales y horizontales.
Historia
Según datos recabados de la Academia de la Historia, en archivos que reposan en la iglesia de San Antonio de Capayacuar (San Antonio de Maturín) Estado Monagas, Venezuela, el pueblo fue fundado el 24 de junio de 1736 con indios chaimas por el fraile franciscano Francisco de Bibel con el nombre de San Juan Bautista de Soro.
Tres años después, en 1739, muere en Martinica el histórico fraile fundador de regreso a España. Para esa fecha el pueblecito contaba con 80 familias formalmente constituidas y 425 habitantes, con algunos españoles, pues la mayoría estaba integrada por indios chaimas nativos de la región. El pueblo tuvo poca suerte en sus primeros años de existencia pues, en 1741, con apenas 5 años de haber sido fundado, fue víctima de una terrible epidemia de viruela que diezmó a casi toda la población, pues se salvaron solamente 110 habitantes. Ese mismo año (1741) y, como consuelo divino, llegó al maltrecho pueblo el obispo de Puerto Rico quien administró piadosamente el sacramento de la Confirmación a 18 de los sobrevivientes. Para 1745 el misionero era Fray Félix de Caspe, quien había sucedido al misionero fundador, fallecido anteriormente en Martinica.
En 1766, cuando el pueblo tenía 30 años de fundado y sus habitantes gozaban de relativa paz y prosperidad, el 27 de julio, a plena luz del día, los pacíficos residentes fueron sorprendidos por 23 piratas ingleses que desembarcaron en las playas del golfo (de Paria), quienes en forma salvaje e inmisericorde saquearon el pueblo, lo arrasaron sin compasión y finalmente lo quemaron. Pocos meses después, ya disipada la amenaza de los desalmados filibusteros, los pocos sobrevivientes reiniciaron, con coraje insospechado (aguijoneados por su fe cristiana), la reconstrucción del pueblo, pero esta vez en un lugar más alejado de la costa, del otro lado del río donde se encuentra hoy. Hay indicios históricos de que algunas de las familias sobrevivientes, aún atemorizados por el fantasma de los bucaneros, incursionaron un poco más lejos, hacia el norte y se instalaron en unas pequeñas lomas que hoy se conoce como "La Quinta de Los Pomenta", convertida en una hacienda cocotera.
En 1787 los filibusteros volvieron a incursionar con su menaje de muerte y destrucción, pero esta vez contra la población de Irapa, a unos 30 kilómetros al noroeste de Soro (Irapa había sido fundada el 19 de marzo de 1736, tres meses antes que Soro). Como consecuencia de esta nueva incursión, las únicas 10 familias sobrevivientes fueron a refugiarse en Soro.
Al año siguiente, en 1788, llega al pueblo un nuevo misionero de nombre Fray Ramón de Tauste, que después de abandonar su cargo regresó en 1795.
Indudablemente que las misiones jugaron un papel muy importante en la futura vida de Soro, a donde arribaron posteriormente otras familias europeas a partir del siglo XIX, donde todavía permanecen sus descendientes, entre ellos los Pomenta, los Dicurú y otros provenientes de las antillas menores de apellidos exóticos tales como Albott, Morris, Maguirre, Aias, Pier, Bethelmy, cuyos descendientes viven actualmente en Soro, además de una nutrida inmigración a principios del siglo XX proveniente de la isla de Margarita y otras regiones del país entre las cuales se cuentan los apellidos Maneiro, García, Gómez, Morao, Rízquez, Bello, Granados, Gil, Leal, Chacón, Vásquez, Velásquez, Azócar, Alfonzo, Baldó, Ramos, Marín, Patínez, Lárez, Zambrano, Romero, Matos, Cariel, Clemant, Orfila y muchísimos más.